Con fecha de portada de Enero de 1981, Marvel publicó 3 cómics de temática bárbara.
El número 118 de Conan the Barbarian, escrito por J. M. DeMatteis y dibujado por John Buscema y Ernie Chan:
El número 60 de The Savage Sword of Conan, con guion de Roy Thomas y arte de John Buscema y Danny Bulanadi, con portada de Earl Norem:
Y el número 10 de Star Trek, con una historia de Michael Fleisher acompañado por los artistas Leo Duranona y Klaus Janson, cuya portada tenía por subtítulo Spock... the Barbarian!:
¡¡¿Qué?!!
¿Spock abandonando la lógica y abrazando la violencia física cual bárbaro cimmerio?
¡Están locos estos de Marvel!
Esa portada de Spock en actitud beligerante, con un hombre de las cavernas ensangrentado bajo su bota, el hombro sangrando, con la lanza en posición de ataque, rodeado de numerosos enemigos, evocaba con mimetismo las portadas de Conan el Bárbaro, azote de la Era Hiboria. Una portada con reminiscencias a la portada inaugural de la colección del cimmerio, obra de Barry Windsor-Smith, aunque sin chica.
La portada fue dibujada nada más y nada menos que por Frank Miller, en el mismo mes que salió a la venta el Daredevil #168 que contenía la primera aparición de Elektra, la gran creación de Miller para la saga del hombre sin miedo.
Pero era una portada engañosa. La razón es que la historia interior, titulada Domain of the Dragon God! no era, ni de lejos, una historia que se dejase llevar por la violencia al estilo Conan. Era la clásica historia trekkie en la que, mientras la Enterprise orbita un planeta que es investigado por la tripulación, nuestros héroes, Spock y McCoy en esta ocasión, tienen que descender para terminar el estudio y acaban metiéndose en problemas con los habitante del lugar, saltándose una vez más la Prime Directive que prohibe la injerencia en las culturas ajenas a la Federación.
La sociedad de Barak-7, así se llama el planeta, es similar a la Edad de Piedra humana, con grupos asociados en tribus, viviendo en cuevas y liderados por el más fuerte. Lo curioso es que hablan un inglés perfecto, algo tan increíble como ya ocurría en los episodios clásicos de la serie de TV original.
La historia tiene el mensaje de fondo de que nada cambia si remplazamos a un tirano por otro. Es una moraleja muy básica sobre el dominio de las sociedades con el uso de la fuerza bruta, un mensaje con pocos matices. Pero lo peor es que en ningún momento ofrece lo que su portada promete. Spock no se deja arrastrar por la barbarie, lo cual, bien desarrollado, hubiera sido un contraste interesante a la habitual frialdad lógica del vulcano.
Defraudados por la simplicidad de la historia, solo nos queda destacar que el cómic incluye varias fichas sobre los uniformes de la Federación, que mostramos aquí para el disfrute de los fans más curiosos.